Serdica rinde homenaje al restaurador del mundo. “Not in RIC”.

Antoniniano de vellón acuñado en Serdica (actual Sofía) en el año 276

Anverso: IMP C M AVR PROBVS AVG. Busto radiado y revestido con coraza a derecha.  Busto tipo C y leyenda 2 RIC. Leyenda 1 Pink.

Reverso: RESTITVT ORBIS. Victoria estante a la derecha presentando una corona o guirnalda al emperador estante a izquierda que lleva lanza. En  el campo, estrella. En el exergo, KAΔ

Catálogo: No catalogado en RIC. Pink pag. 45.

Metrología:    Peso 4,55 gr.   Diámetro 21 mm.   Posición de cuños: 6 horas

Notas: Pertenece a la segunda emisión de Serdica del año 276 y 4ª oficina.

Ejemplar mostrado:  Subasta 118 de Jesús Vico S.A. (Madrid), lote 3464.

Comentarios

Como ya hemos tenido ocasión de comentar en otras entradas de este blog, la obra de P.H.Webb  RIC V parte II está totalmente obsoleta y pide a gritos una revisión. Con todo, suele ser la obra de cabecera de los coleccionistas de Probo al ser, pese a sus muchas omisiones y defectos, el catálogo más usado para este emperador. Tanto es así, que en el mercado numismático la nota “not in RIC” se asocia, a veces, a cierto grado de rareza de la pieza, aunque no tiene por qué ser así. Es más, muchas veces no denota ninguna escasez. Una de sus omisiones es la moneda que comentamos. Para catalogarla por esta obra, tendríamos que decir, a lo sumo, que es una variante por leyenda del anverso  y también de oficina de RIC 851, ya que P.H. Webb sólo contempla este tipo para las oficinas primera (A) y segunda (B) y con leyenda de anverso tipo 3 de su clasificación particular (IMP C PROBVS PF AVG). Este ejemplar pertenece indudablemente a la cuarta oficina (Δ, delta en el exergo) y lleva leyenda tipo 2 ( IMP C M AVR PROBVS AVG)  de la clasificación de RIC. En suma, no aparece catalogada en RIC.

No obstante, no es ni mucho menos un ejemplar inédito.  K. Pink lo describe en la pág. 45 de la que es, hasta el momento,  la obra más al día sobre la amonedación de Probo “Der Aufbau der Romishen Munzprâgung in der Kaiderzeit VI.I, Probus” (puede consultarse en Bibliografía). Según Pink, en esta oficina este tipo se acuñó con las leyendas 1 (este ejemplar), 5, 6, y 7.

Detalle del reverso: Figura femenina entregando una corona de laurel al emperador.

Pasemos ahora a comentar la iconografía de la pieza. La función de la moneda como instrumento al servicio de la propaganda imperial ha sido largamente debatido en la literatura científica. Se han mantenido posturas contrapuestas desde la maximalista, que preconiza el valor propagandístico de la moneda, llegándose incluso a afirmar la supervisión por parte del emperador de la actividad de acuñación y sosteniéndose que la moneda habría sido adaptada para promover determinados mensajes ideológico-políticos que habría que difundir a lo largo de todo el imperio (Bastien), hasta la postura minimalista, que se posiciona en contra de lo anterior en base a la incomprensibilidad de los tipos y leyendas por el pueblo debido a su bajo nivel cultural (Jones), negándose además la selección de tipos por parte del emperador (Levick). Estamos de acuerdo con López Sánchez [1] en que la objeción del bajo nivel cultural de algunas capas de la sociedad romana no es óbice para que esta pudiera comprender tanto los epígrafes monetales como los mensajes iconográficos. Basta recordar la importancia adquirida en el ámbito de la propaganda imperial por los monumentos “narradores” como las columnas historiadas, así como las numerosísimas inscripciones. Como acertadamente ha expuesto este  autor, “puede que la cumbre del arte numismático corresponda a la moneda griega, pero ninguna otra como la romana ha sido tan prolífica ni rica en significados.” [2] Esto no quiere decir en modo alguno que existiera un “aparato de propaganda”, como nuestra mentalidad moderna puede querer interpretar. Eso probablemente nunca existió. En palabras de Paul Zanker, “aquello que a posteriori aparece como un sofisticado sistema es el resultado de una combinación de la forma en que el monarca se presentaba públicamente y de los homenajes que le eran tributados con menor o mayor espontaneidad“[3] El nuevo lenguaje iconográfico que arranca del principado de Augusto, alcanza con Probo muy altas cotas en lo que a su uso en la amonedación  se refiere, lo cual es lógico pues pocos emperadores produjeron en tan poco tiempo tal cantidad y variedad de tipos destinados, en mi opinión, a narrar al pueblo las excelencias del princeps y de su gobierno.

Llegados a este punto, y volviendo a la moneda que nos ocupa, sería muy interesante ponernos en la piel del observador de su época. ¿Qué vería un romano del siglo III cuando tomando esta moneda en su mano, observara detenidamente sus dos caras?

En el anverso de la moneda, se observa el busto del emperador revestido sencillamente con una capa bajo la que se atisba levemente la coraza pues no hay que olvidar que nuestro princeps es un victorioso general. El retrato es muy expresivo, con gesto serio, ceño fruncido, que denotan la preocupación y la determinación del príncipe en los asuntos de la res publica, del Estado romano en suma.   Han transcurrido pocos meses del ascenso de Probo por la proclamación del ejército al trono de los césares – si la datación de esta pieza entre septiembre y diciembre de 276 no es equivocada-, pero la titulación de derecho ya le aclama como AVGustus. Y esto resulta, al menos, curioso porque, si bien no cabe duda de que en estos momentos es Probo quien detenta el poder absoluto, todavía habrá que esperar unos meses para su ratificación oficial por el Senado, que se producirá entre mayo y julio de 277.

Al dar la vuelta a la moneda, el hipotético observador se encontraría con una imagen de su emperador victorioso. En ella, ve a un personaje femenino, sobre cuya identificación hoy día tenemos dudas, que bien podría ser la Victoria, aunque echa de menos la falta de sus tradicionales atributos, pues no es la Victoria alada que ha descendido del cielo para entregar la corona al emperador.  Aparece sencillamente una mujer cuyos pies reposan sobre la tierra y que está en actitud de entregar una guirnalda o corona de laurel al emperador que extiende su mano derecha abierta para recibirla. El emperador se nos muestra prácticamente de frente vestido con atuendo militar; vuelve su rostro hacia la mujer y observamos que lleva puesto su casco con la corona radiada y con la mano izquierda se apoya en su lanza clavada en el suelo. Pienso que el observador del siglo III no imaginaría que el Cielo está coronando al emperador sino que es el propio pueblo romano el que ofrece al soberano la guirnalda como símbolo de las cualidades innatas de éste para el ejercicio del poder, que le permiten alcanzar ya en esta etapa inicial del principado la recompensa por su buen hacer y que encierra la esperanza de futuras gestas que prolonguen la Felicitas en su reinado.

Nótese, por otra parte, que la lanza se clava en la tierra y ello simboliza la paz tras la victoria. El reposo del emperador, el soldado por excelencia, se debe a la Pax resultado de la batalla ganada.  [4] Posiblemente, a finales de 276 habrían llegado noticias a nuestro hipotético observador de que el soberano había obtenido una significativa victoria sobre su rival Floriano y, como una de las primeras medidas tomadas, había decretado el castigo con rigor pero sin saña de los asesinos de sus predecesores -también valedores- Aureliano y Tácito. En este sentido, el emperador se presenta como RESTITVTor  ORBIS, restaurador del mundo romano. Esta titulación entraña también, a estas alturas del principado, un verdadero programa de gobierno: Probo preparaba sus ejércitos para la guerra contra los bárbaros que debían ser expulsados de los territorios invadidos del Imperio.

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[1] López Sánchez, Fernando. Victoria Augusti. La representación del poder del emperador en los reversos monetales romanos de bronce del siglo IV d.C. Institución “Fernando el Católico”. CSIC. Zaragoza, 2002. Pag. 12.

[2] Ibid.

[3] Zanker, Paul. Augusto y el poder de las imágenes. Alianza Forma. Madrid, 2008. Pags. 19-20.

[4] López Sánchez. Op. Cit. Pag. 82 y ss.